Iniciada en 1640, es la iglesia más antigua de Argentina. Es una maciza construcción en piedra que se caracteriza especialmente por su techo en forma de casco barco invertido. Esto se debió a que quien dirigía la obra era un navegante, el único especializado en hacer grandes construcciones de madera. Es interesante observar en el techo las pinturas que están realizadas sobre cueros y pegadas sobre la madera.

El recorrido es una placentera experiencia que nos vuelve a la calma religiosa de los tiempos hispánicos. El patio interior es un pacífico espacio donde se destaca una curiosa espadaña en ángulo, única en el país, cuyas campanas aún hoy son rebatidas, dando ocasión a encantadores conciertos, poco frecuentes en el mundo actual. Pueden visitarse los antiguos enterratorios y en cada sala aguarda una sorpresa, un objeto de la vida doméstica, un utensilio, un instrumento musical o una imagen, que alguna vez, hace 300 años ingresaron como dote de las novicias de la orden.